¿Veremos próximamente a coches conducir solos?
19 septiembre, 2022
Rosana Montes, Nacho Aguilera
La IA se nutre de datos como los sensores y cámaras de un coche, lo que comunmente se conoce como Internet de las Cosas (Internet of Things, IoT). Garantizar la seguridad de los ocupantes y viandantes arroja cuestiones éticas sobre su funcionamiento real en carretera.
El coche autónomo es el ejemplo por excelencia cuando hablamos de IA y ética en la IA. La actividad de la conducción parecía algo reservado solo para el ser humano, pero ya disponemos de flotas de taxis no tripulados circulando por grandes ciudades. Para ello, estos vehículos deben contar con numerosos sensores que captan el máximo de información de la carretera como señalización, tráfico, usuarios, estado del propio coche, y un largo etcétera. Para ello, se utilizan dispositivos dentro de lo que se conoce como el Internet de las Cosas (IoT) que, de manera simplificada, son elementos electrónicos interconectados entre sí que recopilan información del entorno de manera masiva.
Si pensamos bien, la conducción es una actividad que se puede desarrollar de manera relativamente monótona, y es lo que lo hace muy atractivo para ser realizada por un “robot”. Además, en base a la captación de datos mediante el IoT, podemos determinar que consideran muchísimos más parámetros que un ser humano, ampliando su percepción a un mayor nivel de detalle; todo ello lo haría mucho más seguro. ¿Es esta seguridad real?¿Qué decisiones se toman en caso de que haya vidas en riesgo?¿De quién es la responsabilidad en caso de fallo del sistema?¿Se necesitarán carnets de conducir “especiales” para este tipo de vehículos?¿Están exentos de posibles “hackeos”?